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TRABAJO DOMÉSTICO: RETO PARA LA DESPATRIARCALIZACIÓN


Por Rebeca Madriz Franco
Diciembre 2011
Los trabajos de cuidado, limpieza y comida que realizamos las mujeres en el hogar, y que históricamente se les ha considerado como no productivos, constituyen  un trabajo de reproducción que resulta indispensable para la sociedad en tanto reproduce las condiciones materiales y espirituales de existencia de las personas, así como la especie misma, y con ello la fuerza de trabajo. Estas actividades se corresponden con la división sexual del trabajo, la cual asigna a las mujeres unas tareas específicas de menor valor social  y económico;  a pesar que de que, como señala Marcela Lagarde, "cuidar es en el momento actual, el verbo más necesario frente al neoliberalismo patriarcal y la globalización inequitativa". Hay que tener en cuenta que una parte mayoritaria de estos trabajos no son remunerados, y otra, el trabajo doméstico remunerado, se hace en las peores condiciones de explotación. 


Son muchos los planteamientos que han surgido frente a la necesidad de buscar una solución al desequilibrio que existe producto de la división entre los llamados ámbitos público y privado, la cual no hace más que reproducir la ideología patriarcal. 

En el caso venezolano, el valor del trabajo doméstico ha adquirido rango constitucional  más sin embargo no se ha materializado. El tema de la salarización es muy polémico, pero creemos que en una primera instancia es necesario, porque en una sociedad mercantilizada como la nuestra, sería una manera de quitarle el velo a una actividad que se considera que es femenina por naturaleza. Un salario, podría significar un gran salto en la sociedad que implique revalorizar el trabajo doméstico y desmitificarlo, porque “en la organización social hegemónica cuidar es ser inferior" (Lagarde, 2003). Por otro lado, no podemos cerrar los ojos frente a la realidad de que para muchas amas de casa, estas labores les corresponden sin cuestionarse en ningún momento su realización, lo que implicaría al menos el autoreconocimiento de las amas de casa como trabajadoras, y podría identificarse más claramente la doble explotación que la sociedad capitalista-patriarcal cierne sobre las mujeres. Podría considerarse éste, un paso táctico para la consecución de objetivos mayores en lo que respecta a la liberación femenina. Lamentablemente la desvalorización social,  está directamente ligada a la desvalorización mercantil, porque la visión clásica de trabajo está vinculada precisamente a la producción de ganancias económicas.

Sin embargo lo más adecuado sería la universalización de la seguridad social, pero los cambios legislativos para nada implican un cambio concreto de la realidad social. El mayor reto es transformar pues la subjetividad que gira en torno a lo considerado "femenino". Es claro además que se presenta una contradicción entre los trabajos tangibles como cocinar, lavar, o planchar, y los trabajos intangibles que tienen lugar en el ámbito doméstico, vinculado más a los cuidados que toca por ejemplo, los afectos y subjetividades. Las labores de cuidado, definitivamente no pueden seguir considerándose un asunto privado ni de mujeres, sino que se hace cada vez más necesario rescatar la participación de los hombres, la corresponsabilidad social y el papel del Estado que garantice la masificación de servicios sociales que tiendan a socializar el trabajo doméstico o lo que es lo mismo a hacer públicas unas actividades que hasta ahora se consideran privadas, y que será posible en la medida que existan centros de cuidados, de niñas y niños así como de adultos, comedores y lavanderías populares, centros de ocio y recreación. En este sentido es necesario denunciar cómo las políticas neoliberales plantean propuestas antagónicas con las señaladas, pese a que unas se puedan considerar más o menos reformistas que otras. Es decir, que para el neoliberalismo estas labores serán consideradas cada vez más privadas, cada vez más familiares, porque ello implica recortes de gastos públicos y privatizaciones necesarias para palear sus constantes crisis.

Es por ello que creemos que deben plantearse diversas estrategias para llegar a conseguir los objetivos fundamentales vinculados a esta temática:
        Valorizar del trabajo que realizamos las mujeres en el hogar.
       Socialización del Trabajo Doméstico mediante la creación de una gran red de servicios públicos que ofrezca condiciones laborales óptimas para evitar la precarización que los terminaría convirtiendo en empleos mayoritariamente femeninos.
        Redistribución de los tiempos de trabajo, estudio y ocio de toda la sociedad.
En una nueva sociedad sin duda, debemos plantearnos la corresponsabilidad en todos los ámbitos de la vida y en condiciones de igualdad real.

Referencias: Lagarde, Marcela (2003). Mujeres cuidadoras: entre la obligación y la satisfacción. SARE 2003 “Cuidar Cuesta: costes y beneficios del cuidado” Emakunde.

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