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EL SOCIALISMO FEMINISTA COMO ÉTICA POLÍTICA


Alba Carosio (Especial para Género con Clase)

Febrero 2011
En el horizonte de la construcción de una sociedad socialista nuestras banderas son la plena igualdad social, la democracia radical en todos los espacios, la justicia plena y, sobre todo, la eliminación de la dominación y la explotación, en todas sus formas, visibles y ocultas. Se trata de trabajar por erradicar todas las condiciones materiales y culturales, objetivas y subjetivas, que fundamentan, promueven y legitiman la opresión. 

Hoy conocemos y reconocemos las múltiples formas de opresión y la relación de apoyo mutuo que hay entre ellas. La clase, la etnia y el género conforman una tríada básica de relaciones de jerarquía y desigualdad de vida y de poder, que se potencian entre sí. Las tres dan lugar a acumulación de experiencias y prácticas cotidianas que condicionan materialmente y también el pensamiento, la imaginación y el afecto. Y todas concurren a conformar y sostener la cultura de la dominación.


Por esto, los movimientos feministas y de mujeres son un elemento constitutivo de todo proceso revolucionario, si las revoluciones conmueven el orden social, necesariamente deben conmover el Patriarcado. No es posible una transformación social radicalmente emancipatoria sin la igualdad real de las mujeres que propugna el feminismo. Pero, el feminismo no se agota en la inclusión de las mujeres en el orden existente, lucha por la transformación de ese orden,  y también  por el reconocimiento y valoración del orden femenino como parte integrante del nuevo modelo civilizatorio. 

El capitalismo disfraza la naturaleza estructural de la opresión  de las mujeres, haciéndonos ver como individuas aisladas — lo que oculta la subyugación sistémica y sistemática. En el sistema capitalista la mujer puede llegar a ser en el mejor de los casos “dueña de sí misma”, aunque sin remedio mercancía.

Las mujeres hemos sido las otras de la historia, una cara no visible, con saberes y prácticas no valoradas. Hemos sido las portadoras de un principio otro de cultura, identidad humana, relación con la naturaleza y con los otros /otras.

La propuesta del socialismo feminista no es la suma de uno con otro, sino la transformación de uno por el otro. El feminismo aporta al socialismo una visión diferente de la estructura de dominación/explotación, una estrategia de lucha que amplía sus espacios y la perspectiva de las mujeres para ampliar el horizonte de lo posible. 

La contribución del orden simbólico femenino, promueve la lógica del cuidado y la reproducción ampliada de la vida como base organizativa social. Se trata de la propuesta ético-política  del cuidado, que va más allá de la ética de la justicia (derechos), conformando otro modelo organización social sustentado en la solidaridad y la amistad, y en la responsabilidad individual y colectiva. El cuidado se propone como responsabilidad social, y como un valor social transformador de la convivencia. La transformación y emancipación social requieren de la inoculación de las virtudes privadas del cuidado de las y los otros en el ámbito público.

El Socialismo Feminista acoge la visión de lo personal como político, rechazando la despersonalización y la neutralidad en la acción. Porque la imparcialidad y la reivindicación de una abstracta igualdad, oculta la desigualdad ante la vida. Se trata de reconocer la diversidad concreta, encarnada, y sexuada, con que se teje lo humano, y a partir de allí garantizar la igualdad en el goce y disfrute de los bienes sociales.

El poder resignificado socialista y feminístamente consiste en el poder para incidir, reorientar, transformar, inventar formas de convivencia; que emancipe a la mujeres y humanice a los hombres.  Incluyendo un acento femenino, todo eso que normalmente se entiende como una falla: la sensibilidad, la emotividad. Incorporando el ejercicio de la  cercanía sensible a la atención a la calidad de vida, y las experiencias de las mujeres. La acción política feminista se deslinda de la política profesional y limitada en espacios, para abarcar todos los ámbitos, no se trata de solamente de alcanzar el poder, sino de cambiar el poder. 

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