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SITUACIÓN DE LAS MUJERES EN LAS EMPRESAS PÚBLICAS Y/O RECUPERADAS



  Rebeca Madriz Franco
Enero 2012
 Queremos partir de que la progresiva y masiva incorporación de las mujeres en el mundo del trabajo no garantiza, hasta ahora, que la cultura patriarcal deje de ser hegemónica. Esta es la realidad de todos los sectores laborales, y en el caso de las Empresas recuperadas por el Estado, que se considera están atravesando una etapa de “transición” con miras a la construcción del socialismo, no son la excepción. En tal sentido entendemos que es una urgencia que estas empresas de propiedad estatal aceleren su proceso de conversión en Empresas de Producción Social, para promover y poder lograr una mayor participación de las trabajadoras y los trabajadores en la gestión socialista, haciendo énfasis en que lo que debe tomarse en cuenta para participar en la gestión de la empresa es el trabajo en cualquiera de sus formas, como fuente de riqueza social. Este proceso que entendemos como una transición es indispensable porque se trata de superar desde la organización de la clase trabajadora, la burocracia que responde a los intereses del Estado Burgués imperante. Ahora bien, el Proyecto Nacional Simón Bolívar (2007-2013) plantea que:
Son Empresas de Producción Social (EPS) las entidades económicas dedicadas a la producción de bienes o servicios en las cuales el trabajo tiene significado propio, no alienado y auténtico, no existe discriminación social en el trabajo y de ningún tipo de trabajo, no existen privilegios en el trabajo asociados a la posición jerárquica, con igualdad sustantiva entre sus integrantes, basadas en una planificación participativa y protagónica.
De manera que los retos que esto plantea requieren una construcción de grandes magnitudes y no dudamos en decir que requiere un verdadero compromiso histórico de las mujeres revolucionarias y los hombres revolucionarios.
Hay que destacar que en Venezuela la mano de obra vinculada al sector industrial se encuentra alrededor del 23.3% (CEPAL, 2007), sin embargo, entendiendo como una necesidad la incorporación cada vez más masiva de las mujeres al mundo del trabajo remunerado, y de cara al Proyecto Nacional Simón Bolívar, específicamente a lo relacionado a la IV Línea estratégica: El Modelo Productivo Socialista, es menester hacer énfasis en las condiciones en las que se encuentran las mujeres hoy en este sector para tomar medidas que permitan superar las desigualdades de género que siguen reproduciéndose en éstas empresas. 

El nuevo modelo productivo plantea, por un lado: una nueva economía productiva diversificada; por otro lado la industrialización, ambos aspectos deben tomar en cuenta las diferencias fundadas en el género a la hora de:
- Seleccionar personal
- Generar políticas de formación y profesionalización
- Así como buscar soluciones que permitan la igualdad real entre hombres y mujeres, la cual debe complementarse con políticas que rescaten el carácter liberador del trabajo, el poder popular como instancia que debe tener participación activa dentro de la nueva economía, y la cultura para la liberación, para lo cual se hace imprescindible la lucha contra la ideología patriarcal en todos los ámbitos sociales.
Una de las premisas para la construcción de la sociedad socialista es el establecimiento de nuevas relaciones de producción y nuevas relaciones de propiedad, pero para ello debemos insistir en que éstas deben tener su base en nuevas relaciones sociales en condiciones de igualdad y sin jerarquías, en todos los aspectos, incluidas las desigualdades fundadas en el sexo.
Ahora bien, en estas empresas como en toda la sociedad venezolana se vienen planteando diversas formas de participación del pueblo organizado,  que permitan superar la representatividad y construir un democracia participativa, es así como la praxis ha demostrado también que ya no es suficiente con la mera participación, sino que esa democracia para ser verdaderamente revolucionaria debe comenzar a tener incidencia en la toma de decisiones, de allí que en el ámbito del trabajo sea indispensable la gestión en manos de las trabajadoras y de los trabajadores.
La clase trabajadora venezolana, por las características propias de nuestra economía, concentra gran parte de su fuerza en el sector terciario, por lo cual no debe dejar de tomarse en cuenta la importancia de la asociación de las diversas luchas del pueblo trabajador que deben hacer visibles también aspectos centrales que respondan a la nueva geometría del poder, y a la construcción de una nueva hegemonía, entendiendo que “sólo la clase obrera industrial no es suficiente para iniciar la construcción de la hegemonía socialista, pero sin ella en la vanguardia de los intereses sociales es imposible”. De allí la necesidad de que la formación de la visión revolucionaria sobre el poder popular tenga la capacidad de incorporar las demandas de la mujeres, de los estudiantes, de los consejos comunales, de los profesionales (trabajadores calificados), trabajadora y los trabajadores del campo, del Arte, de la ciudad, entre otros (Adrián, Ricardo. 2011).
Asimismo es un elemento central -tal como recoge el Proyecto Nacional Simón Bolívar- la Nueva ética socialista: que debe abarcar como principios irrenunciables el respeto a la diversidad y la igualdad de género, en oposición a la ideología patriarcal que es ensalzada y promovida por el capitalismo.

Experiencias:
En la participación de las mujeres en las empresas de producción social  observamos que sigue existiendo una marcada división sexual del trabajo, por lo que la mayor participación se refleja en áreas administrativas, de mantenimiento, en los sectores textiles, porque de alguna manera es la prolongación del rol reproductivo y de trabajos considerados como “femeninos” y por tanto de menos valor; esto a pesar de la creciente formación técnico-profesional de las mujeres.
La realidad nos muestra que la participación femenina tiene una escasa incidencia en la toma de decisiones, y ello es comprobable por la preponderancia masculina en los cuerpos gerenciales. Por ejemplo, en el Estado Carabobo de 15 Empresas Públicas o recuperadas, sólo  2 están presididas por mujeres, debiendo resaltarse las dificultades y obstáculos que implica un liderazgo femenino.
Existe una invisibilización predominante de las problemáticas propias de las mujeres, por lo cual es muy común que ningún plan, proyecto o iniciativa obrera tenga perspectiva de género o feminista.

Obstáculos:
Los principales obstáculos que en torno a la participación femenina se observan en las Empresas Públicas o Recuperadas son aspectos como la tercerización, la precariedad, la escasa sensibilización frente al tema femenino, y la frágil participación de las mujeres en la organización sindical.
Adicionalmente, la ideología patriarcal expresada en el machismo sigue siendo muy predominante en el obrero fabril, lo que es un indicativo de que la revolución política va por un lado, y la cultural va dos pasos atrás, de hecho es evidente que en la sociedad en general existe una mayor valoración y visibilización de las cuestiones propias de las mujeres, mientras que en las empresas y fábricas esta realidad no ha cambiado sustancialmente.

Retos y propuestas fundamentales del colectivo Género con Clase:
Para el colectivo Género con Clase es indispensable en primer lugar que seamos todas las mujeres,  en la más amplia diversidad que nos caracteriza, las que construyamos colectivamente lo que deben ser las propuestas para incidir en las transformaciones en el ámbito laboral, en este caso, especialmente fabril, sin embargo, en base a nuestra modesta experiencia consideramos que son aspectos generales a tomar en cuenta:
1º- Promover y crear condiciones para una mayor participación de las mujeres, pero trascendiendo lo cuantitativo y acelerando los avances en cuanto a la igualdad de condiciones y oportunidades.
2º- Materializar y masificar las propuestas de Centros de Cuidado Infantil en los sitios de trabajo, ya que esta ha sido una conquista invisibilizada en la medida que se considera que el trabajo fabril es un espacio “masculino”, y el cuidado se considera netamente “femenino”.
3º- Las Empresas de Producción Social deben generar los mecanismos que garanticen el principio de “igual salario por igual trabajo”, el cual en el marco del capitalismo se ha demostrado que es imposible de superar.
4º- Debe producirse la democratización de la toma de decisiones y en ella –con la incorporación de las mujeres- deberán manifestarse también los aspectos vinculados a las desigualdades en razón del género.
5º- Debe promoverse una mayor sensibilización frente a la problemática femenina, así como la inclusión de la paridad política en todos los ámbitos del mundo del trabajo. Entendiendo que ninguna sociedad libre puede sostenerse sobre la opresión y exclusión de la mitad de la población y entendiendo que en las estructuras sociales siguen primando los hombres, las cuotas son un elemento de justicia cuya inexistencia niega la condición igualitaria que incorpora el socialismo.
6º- Debe procurarse la apropiación de las vanguardias sociales y de todo el pueblo, de la premisa según la cual no será posible el establecimiento de nuevas relaciones de producción, sino construimos nuevas relaciones sociales.  Se deben asociar las luchas sociales para construir el poder popular, se trata de la necesidad de visibilizar todas las banderas de lucha de los movimientos populares, en este caso del movimiento de mujeres y feminista, por parte del movimiento popular en general, y específicamente de la Clase Trabajadora.
7º- Es imprescindible ubicar la igualdad de oportunidades de las mujeres como prioridad en la agenda de la clase trabajadora en su conjunto. Las empresas que serán la vanguardia de una nueva economía para una nueva sociedad, deben estar impregnadas de nuevos valores y ubicarse a la vanguardia también de las transformaciones sociales, y con ello visibilizar lo relacionado con la salud e higiene y enfermedades propias de la mujer que se manifiestan en el ámbito laboral, en lo relativo al acoso sexual tomar medidas positivas que tiendan a disminuir estas prácticas que son alarmantes en nuestro país; asimismo se debe impulsar la corresponsabilidad entre el Estado, la sociedad y las Familia (hombres y mujeres) en las labores de cuidado. En este sentido las EPS deben ser ejemplos y estar abanderadas de las políticas de los derechos de las mujeres especialmente en el ámbito de la lucha contra la violencia de género y la conciliación de la vida familiar y laboral.

Conclusiones:
Como conclusiones generales creemos que es necesario emprender estudios científicos que arrojen datos más precisos sobre la situación y participación de las mujeres en la EPS de cara a la construcción socialista. Sin embargo por ahora debe tomarse en cuenta que:
El puro reemplazo de la propiedad privada por la propiedad estatal no es sinónimo de socialismo y por lo tanto no puede resultar de ella la emancipación de las mujeres. El socialismo debe estar basado en la propiedad común y el control democrático de los medios y los instrumentos de producción por parte de todo el pueblo, pero también es una sociedad igualitaria y radicalmente distinta a la capitalista, por tanto para construir el socialismo deben erradicarse las ideas fundadas en la ideología patriarcal que excluye, oprime y discrimina a las mujeres. Una organización revolucionaria cuyo objetivo es el socialismo no puede admitir el sexismo, y debe necesariamente incorporar los valores y prácticas que trata de impulsar y promover como modelo de nueva sociedad. En tal sentido el Socialismo Feminista es parte de la perspectiva estratégica de las luchas de las mujeres, pero también deben ser parte de los objetivos de todas las organizaciones emancipatorias, convirtiéndose en una meta también de los hombres, de las diversidades sexuales, es decir, de todas las y los que pretendemos crear una nueva sociedad.
Es objetivo estratégico fundamental del Socialismo Feminista superar la división social del trabajo, y con ello la división “sexual” del trabajo que le es inherente, desarraigando las jerarquías y divisiones impuestas en torno a los llamados ámbitos público y privado, que ubica a los hombres en lo que se considera productivo, y  las mujeres en la esfera de la reproducción -de la especie y de las condiciones materiales y espirituales de existencia- que no tienen un valor reconocido socialmente.
Se trata pues de promover la equidad y la igualdad de géneros para demostrar que los pueblos del mundo -sus hombres y sus mujeres- somos capaces de construir una sociedad más igualitaria y armónica con la naturaleza y con nosotros y nosotras mismas.

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