Fundación Género con Clase
En Venezuela, según el Censo 2011 del INE,
la población femenina es de 50, 20% de un total de 28.946.101 habitantes. Es
decir, un poco más de la mitad de la población.
La violencia contra las mujeres
constituye en el mundo entero un problema de salud pública. Según cifras de la Organización Mundial de la
Salud (OMS), afecta al 35% de las mujeres.
La magnitud del problema
se ha venido complejizando cada vez más.
La violencia patriarcal
es un problema social, de salud y convivencia pública que tiene una
fuerte carga cultural y que tiene su máxima expresión en la muerte de las
mujeres por el hecho de ser mujeres: La violencia machista es el rostro más
anacrónico de una sociedad que reproduce el desprecio a lo femenino
producto de la herencia patriarcal de la cultura colonial hegemónica.
Las mujeres en la
sociedad patriarcal viven su día a día en resistencia contra la misoginia,
que es ese odio naturalizado contra la mujer, desde donde se justifica todo
atentado contra la dignidad femenina. La violencia contra las mujeres es una
violación de los Derechos Humanos tal como lo reconoce nuestro ordenamiento
jurídico.
En Venezuela han sido
grandes los derechos conquistados por las mujeres. A 11 años de la Ley
Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, de
la reforma de la ley del año 2014 que incorpora el femicidio en los tipos de
violencia, tenemos el desafío de evaluar y revisar su efectividad a la luz
de la institucionalidad inédita que ha sido creada para seguir robusteciendo
las políticas creadas en el marco de la Revolución.
Sin duda hoy es menester
emprender una batalla sin tregua contra los vestigios culturales que
justifican la violencia contra mujeres.
De acuerdo a la Ley
Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia es una
obligación del Estado, con la activa participación de la sociedad, garantizar
programas permanentes de educación y prevención sobre la violencia de género.
De acuerdo a nuestra Ley
Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de En 1979, la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) aprobó la
Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer (CEDAW).
Recordemos además que en 1994, la Asamblea
General de la Organización de Estados Americanos (OEA) aprobó la "Convención
Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la
Mujer", en Belem do Pará, Brasil. Conocida comúnmente como Convención de
Belem do Pará, ésta constituye uno de los principales instrumentos que tienen
las mujeres para defender sus derechos a la no violencia y el reconocimiento de
que "la violencia contra la mujer es una violación de los derechos
humanos".
En la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer
organizada por Naciones Unidas en Beijing, 1995, los gobiernos se
comprometieron a adoptar las medidas necesarias a fin de dar cumplimiento a los
acuerdos para eliminar la discriminación y la violencia hacia las mujeres.
Cumpliendo con todos los convenios
internacionales suscritos por nuestro país, en al año 2007 se sancionó la Ley Orgánica
sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, en la cual se
tipifican 19 tipos de violencias basadas en género. Con reforma del año 2014 se
incorporan 2 formas de violencia: el femicidio y la inducción al suicidio. A esto
se suman importantes logros como:
Creación del Instituto
Nacional de la Mujer, el Banco de Desarrollo de la Mujer, la Misión Madres del
Barrio (hoy Gran Misión Hogares de la Patria) y del Ministerio del Poder
Popular para la Mujer y la Igualdad de Género. 4 Casas de Abrigo. Servicio telefónico 0800-MUJERES
(0800-6853737 o *112 de Movilnet). 19 Institutos Regionales y 154 Institutos
Municipales de la Mujer. 18 Centros de Atención y Formación Integral de
la Mujer CAFIM. Comisión Nacional de Justicia de Género y 74 Tribunales.
108 Fiscalías Especiales de Violencia contra las Mujeres y la Defensoría Especial de Mujeres de la
Defensoría del Pueblo.
Es central no perder de
vista que la violencia contra la mujer constituye una violación de los Derechos
Humanos. La violencia machista es la principal manifestación del orden
patriarcal y machista, por esta razón, su erradicación requiere un proceso
continuo y progresivo de despatriarcalización de la sociedad.
Es necesario una mayor
sensibilización en relación al combate contra las distintas formas de violencia
contra las mujeres. El Sistema de Justicia y el Estado en su conjunto deben
asumir una perspectiva de género para garantizar el derecho de las mujeres a
una vida libre de violencia.
La sociedad en general y
en particular las mujeres deben desnaturalizar el fenómeno de la violencia
machista en sus diversas expresiones. Es muy importante superar la percepción
que se trata de un asunto privado y normal de las relaciones afectivas.
Por otro lado es
importante señalar, que es incorrecto hablar crimen pasional, pues se
trata de un mecanismo ideológico de justificación que convierte al victimario
en víctima, y a la víctima la revictimiza al restarle importancia a la vida de la
mujer, y pretender justificar la violencia en nombre del amor.
Advertimos que de acuerdo
a la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de
Violencia, toda persona que esté en conocimiento de un caso de violencia hacia
alguna mujer puede denunciarlo. Es decir, no solo las víctimas o familiares
tienen esta atribución.
El Estado debe garantizar
y adoptar medidas necesarias para prevenir, atender, sancionar y erradicar toda
forma de violencia contra las mujeres, en cualquiera de sus manifestaciones.
Erradicar la cosificación
de las mujeres es condición necesaria para superar el flagelo de la violencia.
En este proceso de
transformación cultural, deben desmontarse un conjunto de mitos y clichés que
banalizan la problemática. Discursos como que “las mujeres también agreden a
los hombres”, o que “son ellas quienes provocan la violencia”, o que “les gusta
que las agredan por masoquismos”, “o que la violencia contra las mujeres es un
problema personal” deben descalificarse como argumentos carentes de basamentos
sólidos, estadísticos, sociológicos y psicológicos, más aun, por ser
políticamente reaccionarios y conservadores de una situación lamentable.
Las mujeres están
llamadas a empoderarse como sujetos de derecho y romper los ciclos de la
violencia, ya que estos pueden desencadenar en hechos letales. La sociedad, y
en específico las instituciones de atención y protección, los movimientos de
mujeres, entre otros actores, son claves para ayudar a las mujeres violentadas a salir del ciclo de
violencia.
La erradicación de la
violencia contra las mujeres implica la deconstrucción de una serie de valores
y patrones culturales sembrados durante siglos de hegemonía colonial y
patriarcal. Si la sociedad no hace esfuerzos colectivos por cambiar la
subjetividad y la conciencia, difícilmente las instituciones puedan derrotar el
flagelo de la violencia machista.
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